25 abril, 2025
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Columnas

SEMILLA DEL FUTURO

Por: ARMANDO VALERDI /  avalerdir@hotmail.com

Yuval Noah Harari, en su libro “Homo Deus”, nos lleva por un viaje histórico de la humanidad, y enfatiza que “Es una predicción histórica, no un manifiesto político”, pero además como menciona José María López Jiménez, en la revista eXtoikos, “en esencia, trata de mostrar que la economía del futuro, la sociedad y la política quedarán condicionados por el intento de burlar a la muerte, de lo que no se debe desprender que en el año 2100 todos los humanos sean inmortales”. “Homo Deus” no es una profecía sino una propuesta para discutir nuestras posibles elecciones, “una invitación para cambiar el futuro”.

Harari menciona que “Estamos en el umbral de una revolución trascendental. Los humanos corren el peligro de perder su valor porque la inteligencia se está desconectando de la conciencia. En su relato nos menciona las transformaciones que ha tenido la humanidad a través de los siglos, y en donde el cumulo de información que proporciona es valioso y ameno, partiendo de lo que denomina Revolución Humanista, que pasa por lo que llama la Alianza Moderna, en donde subraya que la modernidad es un pacto que todos firmamos desde que nacemos, y regula nuestra vida hasta que morimos. “La modernidad es un pacto sorprendentemente sencillo, que consiste en solo una única frase: los humanos estamos de acuerdo en renunciar al sentido del cambio de poder”, y en donde el poder pasa a las decisiones humanas, dejando atrás el poder de un plan cósmico. Recordando que el plan cósmico daba sentido a la vida humana, pero también restringía el poder humano.

Harari nos dice que el arranque de este pacto social se puede anclar en el Humanismo, que durante 300 años se ha ido abriendo camino poco a poco, gracias a la obra de diversos escritores, pensadores, artistas y políticos. El Humanismo se dividió en tres ramas: el liberalismo, que puso el énfasis en la libertad; el socialismo, que impulsó los movimientos socialistas y comunistas; y el humanismo evolucionario, que sirvió de base al nazismo y postuló la preeminencia de los “superhumanos”. El humanismo evolucionario jugó un importante papel en la formación de la cultura moderna, y es probable que desempeñe un rol incluso mayor en el siglo XXI”.

Pero para el año 2016 (año de publicación de “Homo Deus”) no hay una alternativa seria al liberalismo (con sus cuatro ingredientes esenciales: el individualismo, los derechos humanos, la democracia y el libre mercado), que derrotó a la rama evolucionaria más extrema (el nazismo) con el apoyo del comunismo soviético en la década de los cuarenta del siglo pasado teniendo como epilogo la segunda guerra mundial, y a finales de la década de los ochenta caída el muro de Berlín como epilogo de la extinción del comunismo soviético de forma súbita e inesperada.

En estos momentos la humanidad no encuentra sustituto al humanismo y está en una etapa de transición con alta incertidumbre y polarización, sin saber con precisión de donde vino y con gran confusión hacia dónde va, porque la guía del plan cósmico que dejo de lado y que lo guio por muchos siglos no tiene sustituto, por lo que Harari dice que, “Homo sapiens pierde el control, y se hace las siguientes preguntas: ¿Pueden los humanos seguir haciendo funcionar el mundo y darle sentido? ¿Cómo amenazan la biotecnología y la inteligencia artificial al humanismo? ¿Quién podría heredar la humanidad, y qué nueva religión podría sustituir al humanismo?

La preeminencia de la biotecnología y de los algoritmos será inevitable en el siglo XXI, aunque, cuando revelen todo su potencial, el liberalismo, la democracia y los mercados, como máximos exponentes de la libertad de elección de los ciudadanos consumidores, podrían convertirse en una realidad tan obsoleta como los casetes o el propio comunismo. “El liberalismo colapsará el día en el que el sistema me conozca mejor de lo que yo me conozco a mí mismo”, aventura Harari.

Harari afirma que “podríamos terminar con una clase superior de algoritmos como propietarios de una gran parte del planeta”. Cuando Google o Facebook decidan por nosotros, bien podrían convertirse en “soberanos” en sentido político, y la desconexión del sistema, como posible medida preventiva en beneficio de la población, no será posible.

Los propietarios, los gestores y los gurús de las tecnologías serán los profetas de la nueva “tecnoreligión”, y nos prometerán felicidad, paz, prosperidad y también vida eterna, sin necesidad de creer en seres celestiales. Esta “tecno-religión” se dividirá en el “tecnohumanismo” y en la “religión del dato”.

El “tecno-humanismo” partirá de la superación del “Homo Sapiens” para llegar a un modelo humano muy superior, el “Homo Deus”, que retendrá algunas características humanas, pero que se actualizará, como se ha señalado anteriormente, con capacidades físicas y mentales que le facultarán para enfrentarse a los más sofisticados algoritmos no conscientes pero inteligentes.

El tecnohumanismo conviene en que Homo sapiens, tal como lo conocemos, ya ha terminado su recorrido histórico y ya no será relevante en el futuro, pero concluye que, por ello, debemos utilizar la tecnología para crear Homo Deus, un modelo humano muy superior. Homo Deus conservará algunos rasgos humanos esenciales, pero también gozará de capacidades físicas y mentales mejoradas que le permitirán seguir siendo autónomo incluso frente a los algoritmos no conscientes más sofisticados. Puesto que la inteligencia se está escindiendo de la conciencia y se está desarrollando a una velocidad de vértigo, los humanos deben mejorar activamente su mente si quieren seguir en la partida.

 

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