En la forma de percibir el mundo muchas veces encontramos diversidad en lo que podemos concebir, por lo que es importante recordar lo que nos hace ver la parábola originaria de la India acerca de los ciegos y el elefante, que ha sido utilizada para ilustrar la incapacidad del hombre para conocer la totalidad de la realidad, y que en distintos momentos se ha usado para expresar la relatividad, la opacidad o la naturaleza inexpresable de la verdad, así como en el comportamiento de los expertos en campos donde hay un déficit o falta de acceso a la información, o en la necesidad de comunicación, y el respeto por perspectivas diferentes.
La parábola menciona que un grupo de ciegos que no conocían a los elefantes, y que ninguno de ellos era consciente de su figura y forma, tratan de describirlo tocando cada uno partes diferentes del animal, y de esa forma describir su forma física de acuerdo a lo que cada uno de ellos percibió. Cuando terminan y comentan su descubrimiento se percatan de sus desacuerdos, sospechando que los demás no están diciendo la verdad y llegan a las manos, debido a que cada uno definía al elefante de acuerdo a su percepción. No obstante se dan cuenta que si dejan de hablar y comienzan a escuchar a los demás y colaboran para ver el elefante completo, pueden llegar a ponerse de acuerdo y describir con precisión la forma del elefante. Los ciegos aceptan que todos estaban parcialmente en lo correcto y parcialmente equivocados.
Si bien la experiencia subjetiva de uno es verdadera, puede que no sea la totalidad de la verdad, por lo que es importante investigar, escuchar, leer, aprender y aceptar lo que otros nos dicen de su visión del mundo en transición, como el caso que hoy abordaremos, la visión de tiempos extremos de Gregg Braden.
Braden menciona que una normalidad nueva está reemplazando al mundo familiar de nuestro pasado, y nos presenta un territorio inexplorado de extremos que van del cambio social y el cambio climático, demográfico, energético, a la inseguridad laboral, económica y profesional, incluyendo el estrés que estos cambios nos provocan. Y nos dice que “Para prosperar en la nueva normalidad, antes debemos admitir y llorar el fin del mundo que se extingue, y aceptar manifiesta y sinceramente, la Nueva Normalidad”.
Uno de los varios aspectos que aborda en su analisis de tiempos de extremos, es el cambio demográfico que se está presentando en este nuevo siglo, y cuáles son sus repercusiones en nuestra vida de acuerdo a esta “nueva Normalidad”. El menciona que “Desde el final de la edad de hielo, hace unos doce mil años, hasta mediados del siglo XVII, se cree que la población mundial se mantuvo más o menos estable. En ese tiempo, las personas que nacían compensaban la muerte de otros. De modo que durante unos once mil quinientos años, hubo menos de quinientos millones de personas en el planeta. Para hacernos mejor la idea, la cifra significa que en ese tiempo el número de personas que vivían de los recursos de nuestro planeta era menor que el de las que hoy viven en la India. A partir de 1650, la situación cambio y la población empezó a crecer. Entre 1650 y 1804, la población se duplico, hasta llegar a mil millones. Desde entonces, la tendencia ha continuado, a un ritmo cada vez más rápido. A medida que fue alcanzando los tres mil, cuatro mil, cinco mil y seis mil millones, los años empleados en sumar mil millones más fueron bajando: treinta y tres, catorce, trece y doce respectivamente. En 2012, nuestra familia global alcanzo el record de siete mil millones de personas. Parece que desde entonces se ha reducido esa velocidad de crecimiento, pero este no ha cesado”. Hoy estamos cerca de los ocho mil millones, y se piensa que para fin de siglo alcancemos los once mil millones de personas, pero ya sin crecimiento, y sobre todo la mayoría de la población será adulto mayor.
Como decía Joel E. Cohen, biólogo matemático y jefe del Laboratorio de Relaciones de la Universidad Rockefeller, en Scientific American: La mayor tasa de crecimiento jamás alcanzada de, más o menos, un 2,10%, se produjo entre 1965 y 1970. La población humana nunca había crecido tanto antes del siglo XX y no es probable que lo vuelva hacer. La parte positiva de las palabras de Cohen es que parece que la explosión demográfica toco techo hace casi cincuenta años. La negativa, que la mayoría de las personas nacidas durante ese pico viven aún y han de encontrar recursos (alimentos, agua, vivienda y trabajo) que las sustenten a lo largo de toda la vida, cuya esperanza media mundial es hoy de sesenta y siete años. Aquí es donde confluyen la política, la tecnología, el modo de vida y los hábitos de las personas mayores y se forma el caldo de cultivo de las crisis sociales que vivimos en la actualidad. La tasa de crecimiento (de la población) es un factor determinante del peso de la carga que ha de soportar un país debido a las necesidades cambiantes de infraestructura (por ejemplo, escuelas, hospitales, viviendas y carreteras), recursos (por ejemplo, alimentos, agua y electricidad) y empleo. La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), en un informe dice “Aunque la tasa de crecimiento de la población alcanzo el pico entre 1965 y 1970, todavía hemos de buscar recursos para mantener a los nacidos durante ese crecimiento”. Como podemos ver la Visión de Braden de tiempos extremos es importante a considerar para poder entender mejor la forma de aprovechar y adaptarnos a esta “Nueva Normalidad”. Gracias