SEMILLA DEL FUTURO
Armando Valerdi
Dos sucesos que marcaron la década pasada, la crisis del 2008, y la Cuarta Revolución Industrial, y que sin duda están presentes en el inicio de esta década, pero además la aceleración tanto del cambio climático como de la tecnología, todo afecta la forma de pensar y vivir, y eso está definiendo el rumbo de la humanidad.
El concepto y calificación de la cuarta revolución industrial nace en la feria de Hannover del 2011 cuando el gobierno alemán la presenta con el concepto de Industria 4.0, no calcularon el revuelo mediático y la adopción del concepto tanto en la industria como en la sociedad. La denominaron 4.0 para hacer énfasis en el hecho que estamos afrontando la cuarta revolución industrial. Implícitamente definieron las otras tres pasadas revoluciones industriales. De acuerdo con esta clasificación y el tiempo en que se inicia este cambio con la llamada Primera Revolución Industrial fue para algunos en 1765, la Segunda en 1870 y la Tercera en 1969, y la Cuarta se inicia en 2011.
Pero además en estas últimas décadas la confluencia de dos grandes revoluciones, como la biotecnológica y la infotecnologia están produciendo cambios disruptivos que aumentan el ambiente de incertidumbre y complejidad del entorno global en el que nos desarrollamos.
Sin duda la percepción del cambio es diferente y diversa, debido a que lo que suele prevalecer está relacionado con varios factores que la influyen, como son; la visión generacional, de nacionalidad o país o de las condiciones sociales y económicas en las que cada persona se ha desarrollado y vivido, por lo que el dialogo y la exposición de las diferentes opiniones es urgente con el fin de evitar seguir polarizando ideas con conceptos antagónicos que solo dividen y no permiten llegar a la búsqueda de soluciones a problemas comunes.
Al respecto, es importante recordar lo que Alvin Toffler nos mencionó en su libro el Shock del Futuro; “La aceleración del cambio en nuestro tiempo es, en sí misma, una fuerza elemental. Este impulso acelerador acarrea consecuencias personales y psicológicas, y también sociológicas”.
“A menos que el hombre aprenda rápidamente a dominar el ritmo del cambio en sus asuntos personales, y también en la sociedad en general, nos veremos condenados a un fracaso masivo de adaptación”. Todas estas ideas de Toffler expresadas en la década de los setenta parecen más actuales que nunca, pero hasta el momento parece que no las hemos considerado con la importancia debida al ver que se ha calificado al estrés como la enfermedad del siglo XXI, y además de una sociedad global ´polarizada.
Con respecto al concepto de polarización creo conveniente citar lo que José Luis Coronado menciona en INED 21, acerca de sus ideas de Sociedad Emocional. Nos refiere que “La sociedad emocional es una sociedad airada. “Alrededor de nosotros una fiebre de malestar e indignación nos contagia. Una parte importante no solo está continuamente enfadada, el fenómeno es más sutil: siempre encontrarán causas y motivos para que su ira siga y aumente. La crisis económica ha agudizado una experiencia que se venía vislumbrando hace tiempo: la ira ha venido para quedarse. El peligro, lo sabemos, está ahí: la descomposición del tejido social y la violencia directa como evidencia de la misma.
La sociedad airada es una sociedad victimista. Quien observa este fenómeno, rápidamente percibirá un valor relacionado: una parte significativa de los individuos y grupos sociales que intervienen en la dinámica de la sociedad emocional, es víctima de algo o alguien. Maticemos: sea real o imaginario ese victimismo, lo relevante es esa relación causal entre ira y victimismo. La actualidad política, social y económica está llena de ejemplos de lo enunciado. Todo buen lector tiene los suyos: ¿quién no es víctima en la actualidad?…
Educativamente sabemos las consecuencias. Algunas de ellas: malestar docente y atmósferas de indisciplina en las aulas y los centros educativos; los agentes educativos y su falta de responsabilidad en el fracaso de los resultados; una violencia verbal y no verbal que crece ante nuestra mirada sin que sepamos qué hacer. En medio de la sociedad airada, dos preguntas: ¿se puede educar una sociedad airada? ¿Si es así, qué soluciones posibles podemos emprender desde los sistemas educativos? Comprender los contextos que nos sitúan y condicionan, es el primer paso para que los cambios sean efectivos: realismo educativo.
Una sociedad emocionalmente polarizada y angustiada necesita respuesta al respecto de sus carencias emotivas, y eso es a través de la educación emocional.
La educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias. El objetivo de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales: conciencia emocional, regulación emocional, autogestión, inteligencia interpersonal, habilidades de vida y bienestar. La práctica de la educación emocional implica diseñar programas fundamentados en un marco teórico, que para llevarlos a la práctica hay que contar con profesorado debidamente preparado; para apoyar la labor del profesorado se necesitan materiales curriculares; para evaluar los programas se necesitan instrumentos de recogida de datos. Como podemos ver se detectan problemas, pero también se aportan soluciones, y sin duda una de ellas es que tengamos claro como manejamos nuestra inteligencia emocional día con día. Gracias