20 octubre, 2025
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Columnas

“El futuro se replantea y cuestiona constantemente”.

Siguiendo con Sohail Inayatullah y sus ideas acerca de cómo proyectar el futuro encontramos recomendaciones en donde menciona, “implicarse en los estudios del futuro exige como mínimo plantearse una serie de consideraciones teóricas en cuanto a la naturaleza de lo auténtico y lo verdadero. En este sentido, resulta de utilidad concebir el proceso de elaboración de políticas, planificación y futuro como si se compusiera de cuatro dimensiones o tipos: predictiva, interpretativa, crítica y de aprendizaje activo”.

Dentro de las cuatro dimensiones, en la predictiva se asume que el lenguaje es neutral, es decir, que no participa de la constitución de lo auténtico. El lenguaje describe simplemente la realidad como si se tratase de una tinta invisible entre la teoría y los datos. La predicción da por sentado que el universo es determinista, o sea que se puede conocer el futuro. En general, esta visión privilegia a los expertos, economistas y astrólogos. El futuro se convierte en un emplazamiento de especialización y un lugar que colonizar. Por lo general, el discurso estratégico suele darse con mayor asiduidad en este marco con información valorada debido a que proporciona un plazo de entrega y una gama de respuestas para tratar. La técnica que más se usa es la predicción lineal. Los escenarios se utilizan más como desviaciones secundarias de la norma que como visiones del mundo alternativas.

En la dimensión interpretativa, el objetivo no es la predicción, sino la comprensión. La verdad se considera relativa, y el lenguaje y la cultura están estrechamente vinculados para crear lo auténtico. Mediante la comparación, procediendo a examinar distintas imágenes nacionales, de género o étnicas del futuro, conseguimos conocer la condición humana. Este tipo de estudios del futuro es menos técnico y en ellos la mitología es tan importante como las matemáticas. La misión central del enfoque epistemológico es aprender de cada modelo, (en el ámbito de la búsqueda de discursos universales que puedan garantizar los valores humanos básicos). Aunque las visiones suelen ocupar un lugar central en esta dimensión interpretativa, el papel de las estructuras también es importante, ya sea la clase, el género u otras categorías de relaciones sociales. La planificación y el análisis de políticas casi nunca practican una forma cultural interpretativa de determinación de objetivos o análisis del impacto.

En la dimensión crítica, más que tratar de predecir o comparar, lo que pretenden es problematizar las unidades de análisis para indefinir el futuro. El papel desempeñado por el Estado y otras formas de poder a la hora de crear discursos autorizados es fundamental para comprender la manera en que un futuro en concreto se ha convertido en hegemónico. Los estudios críticos del futuro afirman que el presente es frágil, simplemente la victoria de un discurso concreto, una forma de pensar, sobre otro. El objetivo de la investigación crítica es perturbar las relaciones de poder actuales problematizando nuestras categorías y evocando otros lugares, otros escenarios del futuro. Los estudios críticos del futuro están inspirados en el postestructuralismo y tienen por tarea convertir lo universal en particular, demostrar que ha sucedido por motivos de fragilidad política, simplemente la victoria de un discurso sobre otro, no un universal platónico. Para lograrlo, se necesitan genealogías discursivas que intenten mostrar las discontinuidades en la historia de cualquier idea, formación social o valor. Mediante la genealogía y la deconstrucción, el futuro que antaño parecía inmutable se muestra ahora como uno de tantos. Como tal se puede sustituir por otros discursos. A continuación, la

deconstrucción se convierte en un método para sacar de la maleta un texto y mostrar los discursos que habitan en él. La deconstrucción va más allá del relativismo, al preguntarse cuál es el precio de un discurso concreto. ¿Qué futuro hemos establecido? ¿Qué futuro hemos silenciado? Históricamente la genealogía rastrea la manera en que un discurso concreto se ha convertido en dominante a costa de otros discursos. La forma y el tipo de futuro suele variar en cada tipo de discurso. Tan importante como la genealogía y la deconstrucción es el concepto del “distanciamiento”. El distanciamiento diferencia el desinterés del empirismo de la reciprocidad de la investigación interpretativa. El distanciamiento aporta el vínculo teórico existente entre el pensamiento postestructural y los estudios del futuro. Los escenarios no se convierten en predicciones, sino en imágenes de lo posible que critican el presente, convirtiendo el presente en algo notable y posibilitando de esta manera la aparición de otros futuros. El distanciamiento también puede conseguirse mediante utopías, dado que estas actúan como lugares “perfectos”, “no existentes” o lejanos, es decir espacios alternativos. Lo ideal sería que se intentaran utilizar los tres tipos de estudios del futuro. A continuación, deberá contextualizarse la investigación empírica dentro de la ciencia de las civilizaciones de la cual emerge y, posteriormente, de construirse históricamente para mostrar lo que un enfoque concreto no capta o silencia.

En el aprendizaje activo participativo, la clave es desarrollar estimaciones de futuro probables, posibles y preferidas basándose en las categorías de los grupos de interés. El futuro se construye mediante una profunda participación. Las categorías empleadas no se otorgan a priori, sino más bien se desarrollan a modo de práctica cooperativa. De este modo, el futuro pasa a ser de aquellos que tienen intereses en él. Además, no existe ninguna predicción o visión perfecta, ya que el futuro se replantea y cuestiona constantemente. Sin duda estas herramientas propuestas por Inayatullah son importantes para tomarse en cuenta en proyecciones de futuro. Gracias

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