Maneras de imaginar, atreverse a pensar y atraer.
Por: Angulo Torres Melchisedech.
Una primera impresión, hablando de cierta población determinada, no se encuentra en alguna reunión importante. La mejor comida de Puebla, por ejemplo, se encuentra en las fonditas, por allá, tal vez en la sierra norte, también en la sierra negra. Lo mismo se puede decir de las vestimentas, en esas zonas se observa qué aún usan ropa típica.
La belleza de los paisajes también es prueba de que después del caos hay creación. Es decir, que no hay arte sin antes atravesar el caos. Desde el más simple modo de producción, y hasta la más compleja forma de organización social. Es admirable cómo aún hay lugares donde se cuida el ganado y se cultivan las tierras.
El perfil del hombre y la cultura en México no es la perfección, ni mucho menos complejo alguno, sino más bien la alegría; claro está que sin este ingrediente en nuestras vidas estaríamos perdidos, por así decirlo. Tenemos gracia en las maneras de caminar, de comunicarse y hasta en el pensar, así es como el tiempo se nos pasa muy rápido.
Tal vez sólo papaloteamos; pero el resto del tiempo somos como estrellas danzantes que esparcen su presencia por doquier, sin perder esa mirada cautiva que expresa tanto atención como emoción. Sólo dentro de uno se puede comprender la profundidad de cada huella que históricamente nos ha dejado cualquier diverso tipo de iluminación que nos ha atravesado.
A veces no conocemos cuál es nuestro límite, si es que no nos arriesgamos a ir por más. Es curioso cómo en algunas partes es complicado distinguir la frontera entre lo rural y lo urbano, También los elementos que toma el campo de la ciudad y a la inversa. Hay veces en que hacemos propias algunas experiencias, y más que considerarlas sugerencia, con ellas vivimos.
Basta una mirada, con una simple palabra, podemos dar qué pensar, lograr que la imaginación del otro se proyecte y conmover las afectividades. Así la seducción no es mera palabra y acción, sino que también involucra todo elemento que inquieta al corazón; lo hallamos al sentir y hasta lo atraemos en silencio.
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