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SEMILLA DEL FUTURO

Siguiendo en la vereda de las reflexiones, tratando de encontrar e identificar la huella de la semilla del futuro, con el afán de entender los nuevos rumbos que la humanidad trata de definir en este periodo de transición disruptiva, al que también podríamos calificar como tsunami de cambio, en donde la gigante ola se acerca más a la costa y que solo algunos se han dado cuenta de su presencia al momento de que el mar de una vieja civilización  se comienza a retirar para dar lugar a la nueva que embestirá con toda su fuerza aquello que está obsoleto, y a aquellos que se han quedado petrificados con el pasado y que sin darse cuenta solo esperan a ser arrasados.

Dentro de este contexto de confusión nos percatamos de que existen muchas preguntas sin respuesta, y en donde algunas de ellas sobresalen debido al cambio tan acelerado que nos dificulta y no permite alcanzar la claridad, no solo para responder sino para plantear nuevas preguntas al respecto, como por ejemplo, definir ¿Quién soy?, ¿Cuál es mi identidad?

Para intentar dar respuesta en alguna forma a esas preguntas, debemos de tomar en cuenta algunos aspectos que sobresalen en esta confusión que hoy tenemos, y sin duda uno de ellos es la transformación industrial y tecnológica que ha ido avanzando y modificando la forma de vida de la humanidad.

Por ejemplo, el periodo marcado como la primera revolución industrial, que se dio de 1750 a 1840, coincide con la histórica explosión demográfica que ha experimentado el mundo en los últimos tres siglos, y que por un lado ha alcanzado un máximo no esperado, pero por otro de acuerdo a la conclusión del último informe sobre las Perspectivas de la Población Mundial elaborado por la ONU, está llegando a su fin.

Este informe menciona que los “7,756, 518, 100 millones de seres humanos que habitamos el planeta en la actualidad crecerán hasta los 9.900 millones en 2050 para, finalmente, alcanzar su punto máximo a finales del presente siglo, con un total de 11.000 millones de personas. A partir de ese momento, el crecimiento poblacional será prácticamente nulo, cerrándose así un ciclo demográfico inédito en la historia de la humanidad. No en vano, el mundo fue un páramo desde el punto de vista demográfico durante milenios, ya que el número de habitantes apenas avanzó a un ritmo del 0,4% interanual entre el año 10,000 antes de Cristo y 1,700, debido a la elevada mortalidad infantil y la reducida esperanza de vida”.

Como podemos darnos cuenta el incio de la explosión demográfica va de la mano con el inicio del periodo marcado como la primera revolución industrial, que se dio a partir de 1750.

Sin duda este aspecto planteo nuevos retos, como “la superpoblación que ha sido una de las causas más importantes de la mayoría de los problemas en el mundo. No importa si se trata de una falta de alimentos, agua potable o energía, cualquier país del mundo tiene o tendrá que enfrentarse a ello”. Aun cuando también debemos de tomar en cuenta los beneficios de la superpoblación en el cambio de los motores de la economía a partir de los años setenta del siglo pasado.

Considerando la perspectiva de crecimiento poblacional en los próximos años entre ocho a diez mil millones de personas, podemos advertir que “el bienestar por persona se reducirá a escala mundial hasta el nivel de un pobre campesino que apenas puede obtener sus propios alimentos y que desconoce la prosperidad. Por lo que el reto es que tendremos que compartir todo como hermanos para evitar peleas o guerras, sin olvidar que de acuerdo al estudio de la ONU, la tierra sólo puede ofrecer una calidad de vida aceptable a dos mil millones de personas al nivel de la Unión Europea.

Podemos decir que en parte,  gracias a la importación de las mercancías de otros países, un país puede mantener su nivel de bienestar. Sin embargo, esto no durará para siempre, sobre todo porque el hombre tiende a querer cada vez más bienestar, por lo que llegará el momento en que el crecimiento de la población y el aumento de la prosperidad choquen. Lo que provocara que los grandes flujos de personas tengan que viajar por el mundo en busca de comida y prosperidad, aumentando los problemas de migración que hasta hoy no hemos podido resolver.

Aun cuando los técnicos hacen hincapié en que la tecnología proveerá, ofreciendo una solución para todos nuestros problemas, lo que podemos observar es que hasta ahora, “Por desgracia, todas las provisiones tecnológicas no han podido erradicar el hambre del mundo de forma contundente. Por lo que en los países donde no se encuentre una solución para los problemas a gran escala, será más probable que se llegue a una guerra y a la violencia. Todo el mundo quiere sobrevivir.

El informe sobre las Perspectivas de la Población Mundial de la ONU, concluye, “La única solución es una política demográfica a escala mundial. La industria, el comercio y las religiones sólo tienen interés en el crecimiento de la población. La reducción del bienestar es para los ricos casi tan difícil como la huida de la pobreza para los pobres. Además, el panorama de crecimiento sigue controlando el pensamiento global con respecto a la búsqueda de soluciones para los problemas anteriormente mencionados”.

Sin duda este aspecto demográfico ha influido en las interrogantes planteadas de ¿Quién soy?, y, ¿Cuál es mi identidad?, pero falta agregar algunos aspectos al respecto, lo que hare en la próxima reflexión.

 

Gracias.

 

avalerdir@hotmail.com

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