20 octubre, 2025
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Columnas

Esopo y la fábula de la lengua

Esopo fue un famoso e incansable fabulista griego que, pareciera, vivió en el siglo VI a.C. (620-560 a.C.). En torno a su figura hay numerosas dudas e incertidumbres al punto que hay una muy difundida tradición, pareciera que nació en Frigia, pero hay partidarios que la hacen originario de Sardes, Tracia, Samos. Sobre él se conocieron una gran cantidad de fábulas que, con el correr del tiempo, fueron versificadas por otros filósofos. Esopo, fue un esclavo frigio y es considerado el padre de la fábula. Uno de sus amos, Xantus, le ordenó que fuera al mercado y le trajese el mejor alimento que encontrara, para así agasajar a importantes invitados. Esopo compró solamente lengua y la hizo aderezar de diferentes modos. Los convidados se hartaron de comer lo que saborearon como un manjar. Cuando quedó solo, Xantus le preguntó qué era eso tan delicioso. – Me pediste lo mejor -dijo Esopo- y traje lengua. La lengua es el fundamento de la filosofía y de las ciencias, el órgano de la verdad y la razón. Con la lengua se instruye, se construyen las ciudades y las civilizaciones, se persuade y se dialoga. Con la lengua se canta, con la lengua se reza y se declara el amor y la paz. ¿Qué otra cosa puede haber mejor que la lengua? Pocos días después, Xantus le dijo que llegarían unos visitantes desagradables a los que debería atender por protocolo, pero quería manifestarles su disgusto sirviéndoles una mala comida. – Trae del mercado lo peor que encuentres, le recomendó. Esopo trajo lengua y la hizo preparar con un sabor tan desagradable que repugnó a los comensales. – ¿Qué porquería es esa que serviste?, le preguntó Xantus. – Lengua, contestó Esopo. La lengua es el órgano de la blasfemia y la impiedad; es la madre de todos los pleitos y discusiones. Con la lengua se calumnia, se insulta, se miente. Con la lengua se rompen las amistades y es la que da origen a las separaciones y las guerras… No hay nada peor que la lengua. La lengua es un arma de doble filo. Con ella podemos salvarnos, o condenarnos. Es una herramienta que, según como se la utilice, puede edificar y destruir. Es, sencillamente, como una espada de doble filo… ¿Cuál prefieres? El hombre no tiene garras, ni tiene colmillos; y, si bien no escupe fuego, tiene el don del lenguaje y una lengua que puede ser tan suave como la miel y tan afilada como un puñal.

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