SABER SIN FIN
Abel Pérez Rojas
I
En el finísimo camino del hilo casi invisible / la araña desafía la terca gravedad y la
engañosa distancia, / el hierro se desgasta con el frotar de la ventana, / casi una
imperceptible sinfonía endulza el ambiente / cuando el viento transita entre las grietas de la
madera, / al mismo tiempo, / dos enamorados entregan su saliva el uno al otro / como si
fueran enfermos recibiendo una transfusión. / En la mesa dos dados, / un pedazo de
queso, / dos galletas huérfanas / y un poco de amor en un vaso con dos hielos / y tres
onzas de whisky. / El tiempo a veces avanza, / otras se detiene, / la araña llegó a su nido, /
el viento cesó, / los amantes se vaciaron, / mientras un ojo ajeno dijo que en eso hubo
poesía. (Ojo ajeno. APR. 28/VIII/2019)
II
El ladrido del perro le sustrajo del sueño profundo, somnolencia tan honda que parece el
ombligo de algún cenote maya aún inexplorado.
De vuelta en la realidad que no lo es, pero todos convenimos en llamarle así, sacude su
melena de rizos con tal parsimonia que el tiempo se detiene, al menos eso indican las
manecillas del reloj que se congelan al cuarto para las dos.
Sentada sus curvas le presentan más esbelta.
El tatuaje a lo largo de su espalda desnuda imita una sustracción de cualquier cómic de
Kentaro Miura.
Sus ojos cafés se pierden en la rendija que deja entrar una limosna de la luz del alumbrado
público.
III
Tres cigarrillos y él no despierta.
Ella sigue con la mirada que ve, pero no ve.
Sus pies descalzos empiezan a sentir frío, prefiere subirlos a la cama desordenada.
Él continúa con un ronquido que para los oídos de ella ha dejado de ser perceptible desde
hace rato.
Duda en fumar el cuarto cigarrillo o despertarle.
El vicio gana, “no hay cuarto malo”, pareciera afirmar con su acción.
IV
Al fin despierta.
Ya vestida, ella se despide con un simple: –“hasta luego”.
Él alcanza a decir adiós solo moviendo la mano.
La puerta de la habitación se cierra.
Con pesadez supina busca su ropa interior, los zapatos y pantalones ya los tiene a la vista.
V
Los dos sabemos / que esta noche / exponemos / solo la piel, / y así / –como si se tratase
de un repuesto–, / guardar el corazón / para otra oportunidad, / quizá mañana, / quizá en
otro lugar, / seguramente… / con alguien más. (Para otra ocasión. APR. 9/01/2021)
VI
Dos figuras vacías, sin luz, toman rumbos distintos en tiempos diferentes; se pierden en la
oscuridad.
Oscuridad es la constante, al menos para esas dos siluetas despersonalizadas.
En el horizonte la aurora adelanta un día maravillosamente soleado.
Abel Pérez Rojas (
abelpr5@hotmail.com
) escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com #abelperezrojaspoeta