COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
EL MISTERIO DE LA ORACIÓN PERSISTENTE La fe nos salva y el humilde arrodillado, convertido en un piadoso perseverante, se calma ante nuestra constante sed divina. Acostumbrarse al mal que nos oprime, permanecer callados y no pedir la compasión celeste, siendo penitentes en penitencia, no es un itinerario que nos lleve a