19 octubre, 2025
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Columnas

“La IA y el miedo”

SEMILLA DEL FUTURO

Armando Valerdi

Uno de los grandes retos del cambio actual, es entender que antes de entrar en la nueva época o una nueva era, existe un periodo de transición que es muy confuso y difícil de entender, por lo tanto complicado identificar los caminos que en el futuro tomara para llegar a un nuevo destino, y eso produce inquietud, ansiedad y temor.

“Uno de los grandes temores del mundo contemporáneo es que la Inteligencia Artificial (IA) sustituya a los seres humanos y se quede con sus empleos, por ello hay que cambiar el enfoque para que la IA se convierta en una herramienta dentro de las empresas que incremente la productividad del trabajo humano apoyada en la robotización de tareas tradicionales, así como la Inteligencia Artificial Generativa (IAG)”..  “Para el 2025, el 70% de las empresas de todas las industrias usarán servicios de transformación del modelo comercial digital para adoptar capacidades de gestión y decisiones comerciales impulsadas por datos. De acuerdo con el estudio global de IDC, tan rápido como el 2026, la IAG se hará cargo del 42% de las tareas mundanas del marketing tradicional, como la optimización de sitios web, con tenido y motores de búsqueda, el análisis de los datos de los clientes, la segmentación, la calificación de líderes y la híperpersonalización”.  Tendencias Económicas y Financieras 1891

En otro informe de tendencias del 26 de agosto pasado menciona que “Los investigadores encontraron que al ser una rama de la ciencia muy poco estudiada y en constante evolución, hay pocas carreras dedicadas a este tema.

Al respecto de esto último de haber pocas carreras dedicadas a este tema, Mariano Sigman y Santiago Bilinkis en su libro “Artificial” tienen un capítulo especial que denominaron, “El terremoto educativo”. Veamos algunas ideas que se mencionan al respecto.

“La IA generativa y conversacional va a movilizar indefectiblemente muchos de los pilares de nuestra sociedad, como el trabajo, la educación, la salud y la política. En un escenario tan volátil es imposible predecir de manera detallada cómo tales dimensiones pueden transformarse y, junto con ellas, nuestra vida y nuestro mundo. Durante la pandemia, se produjeron cambios radicales en muchas instituciones. Pero gran parte de esas modificaciones desaparecieron tan pronto como cesó la presión impuesta por el riesgo de contagio. Fuimos más elásticos que plásticos. Este ejemplo, sin embargo, nos presenta una diferencia sustancial con respecto al impacto que puede tener la tecnología sobre la sociedad: la presión ejercida por la pandemia fue transitoria. La que nos impone la IA, en cambio, ha llegado para quedarse.

EL PELIGRO DE CAMBIAR Y EL DE NO HACERLO. En un entorno estable, como el que nos ha acompañado la segunda mitad del siglo XX, la educación se construyó sobre una asimetría de conocimiento entre los que sabían mucho y enseñaban, y los que sabían poco y aprendían. En el aula, salvo contadas excepciones, como las escuelas rurales o en la educación por pares, los expertos son adultos y los aprendices niños. Algunos aspectos estructurales y arquitectónicos de la organización del aula, como la disposición de los bancos mirando al frente, desde donde un docente imparte el saber que los demás no tienen, reflejan y promueven este flujo unidireccional de información.

¿Pero que hay que ver dentro del cambio?, uno de esos aspectos lo menciona Douglas Adams, autor del célebre libro The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy y en donde propuso una definición de «tecnología» basada en tres máximas:

  1. Todo lo que ya existía cuando naciste es normal y común, y simplemente es una parte natural de cómo funciona el mundo. 2. Todo lo que se inventa entre tus 15 y tus 35 años es nuevo, emocionante y revolucionario y algo a lo que quizá podrías dedicar tu carrera.
  2. Todo lo que se crea después de cumplir 35 años ¡va contra el orden natural de las cosas!

En otras palabras, a medida que se aceleran los cambios, más aspectos del mundo presente pasan a ser naturales para los jóvenes y extraños para los mayores. La llegada de la tecnología y su consecuente redistribución de conocimiento entre generaciones no es la única fuente que interpela a un sistema unidireccional de educación. Una segunda fuerza viene de avances sociales que han revisado la relación de la autoridad en toda la sociedad, y en particular en el aula: recordemos que apenas un par de generaciones atrás, por absurdo que hoy nos parezca, el castigo físico a los niños era una práctica común tanto en las casas como en las escuelas. Era fácil conseguir que hubiera silencio en el aula cuando las consecuencias de la indisciplina eran recibir un reglazo. Como padres, como educadores, y como parte activa de la sociedad, nos enfrentamos ya hace tiempo al desafío de construir bases nuevas para la autoridad. Y, a fin de cuentas, el recurso que está en el corazón de esta disputa es la atención. Uno de los asuntos más difíciles de resolver para cualquier maestro es que un grupo numeroso de niños «ceda» su atención de manera sostenida. Que no hablen, lancen objetos, se sumerjan en sueños o para, introducir el elemento crítico que nos incumbe, enciendan su teléfono en el que se han descargado un buen número de aplicaciones que compiten con el docente y tienen una ventaja descomunal para atraer la atención de los chicos. La atención, a su vez, está intrínsecamente ligada con la motivación.

Sin duda lo expuesto en esta reflexión es solo con la idea de motivarnos a investigar más y aprender lo que el cambio nos está presentando, pero hay un universo de información por analizar y aprender, para buscar lo que sea más conveniente para nosotros. Gracias

 

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