28 septiembre, 2025
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Columnas

SEMILLA DEL FUTURO

Admisión BUAP 2025

Inicio de un nuevo año, renovación de la esperanza de que las condiciones serán mejores a las vividas en el pasado, y eso es una buena motivación para arrancar cualquier plan o idea, en cualquier tiempo y cualquier momento, y sobre todo siendo dueños de nuestros pensamientos.

Para esto, uno de los aspectos que debemos enfrentar y entender es el entorno que hoy vivimos. Debemos de estar conscientes de la realidad, tener claro que las condiciones que hoy nos presenta el cambio en el pensamiento y los nuevos comportamientos se refleja en los cambios sociales y la incertidumbre que alimentan el miedo, situación que debemos analizar para poder entender y prever el posible rumbo que sigamos como sociedad.

Al respecto el filósofo Daniel Innerarity, nos dice que para entender a una sociedad es más útil examinar sus temores que sus deseos. “Dime a qué tienes miedo y te diré quién eres”, asegura, además se pregunta si ¿Hemos pasado de la sociedad de la incertidumbre a la sociedad del miedo?

Por otro lado el neurólogo António Damasio fijó seis emociones primarias o básicas: miedo, ira, asco, sorpresa, tristeza y felicidad, una lista que no incluye las emociones sociales (vergüenza, culpa, etcétera) ni los estados de ánimo o sentimientos.

El mismo Damasio nos menciona que “Las emociones están vinculadas a la adopción de decisiones rápidas. ¿Hasta qué punto las emociones –”si algo te hace sentir bien, entonces debe ser verdad”– pierden su sentido positivo, el de asistir a la razón, para volverse en su contra?

“Antes el miedo se vivía compartido y ahora nos enfrentemos a él cada uno aislado en nuestra burbuja. Una sociedad obsesionada con la seguridad, con el estar a salvo de mil peligros, es una sociedad desconfiada, temerosa. Una sociedad que teme no se aventura en las soluciones imaginativas que la sacarían adelante. Por el contrario, conserva y se cierra”.

Queremos estar tan seguros, pero ¿cómo?, si vivimos en una sociedad que produce alimentos adulterados, si se nos dice y muestran diferentes organizaciones acerca del cambio climático, y los gobiernos no se ponen de acuerdo para enfrentarlo y mitigarlo, si se vive una pandemia y no se pueden disminuir los contagios y las muertes, atentados terroristas, robos, delincuencia y despidos.

¿Cómo estar a la altura de la exigencia de ser felices, si el miedo nos subyuga?

¿Pero qué tipo de miedo y conque se identifica?

Uno de los principales miedos que han resurgido con fuerza incontenible es el miedo al otro. No sólo por ser un competidor por un puesto de trabajo”, sino por ser diferente.

George Gerbner acuñó el término mean world syndrome para definir el fenómeno por el cual la violencia relatada por los medios de comunicación convence a los espectadores de que el mundo es más peligroso de lo que en realidad es y fomenta un deseo de mayor protección. Y más protección siempre significa menos libertad, medidas más agresivas para garantizar la seguridad, una comunidad más cerrada, y arrogante.

Miedo a la emancipación de la mujer. La ensayista vasca Edurne Portela, autora de El eco de los disparos (Galaxia Gutenberg) dice que “los procesos de convertir al “otro” en enemigo siempre implican un temor hacia ese que es diferente: porque no entendemos su conducta, porque tiene intereses que no son los míos, porque su mera presencia es amenaza para mi estabilidad”. “Esta otredad –comenta– puede ser de género: del hombre a la mujer por ocupar un espacio que según la tradición no la pertenece, convirtiéndose así en rival. Puede ser racial o étnica (del hombre blanco anglosajón, por ejemplo, al hispano de color o del cristiano al musulmán); puede ser económica (del privilegiado frente aquél que supone una amenaza para su clase y sus intereses)”.

Miedo a saber. ¿Quién tiene miedo a saber? “El radicalismo –dice Edurne Portela– es incompatible con el saber. Por eso los poderes usan el miedo en combinación con la ignorancia para mover a las masas. Las escaladas de violencia tienen como correlato la privación del conocimiento. Y la ignorancia va ligada al silencio: cuanto menos se sabe, menos se articula y, cuando no queremos saber, reconocer la realidad, lo más fácil es guardar silencio. No articular el pensamiento significa esconder una realidad que intuimos: ‘Lo que no se dice, no existe’”.

¿Cómo meter miedo? Daniel Innerarity lo llama miedo fomentado. “La política sirve, entre otras cosas, para cultivar en la sociedad un miedo proporcional y razonable. Por supuesto que existe un ‘meter miedo’ antidemocrático, populista, que a través de la estigmatización pretende neutralizar las virtualidades democratizadoras del pluralismo; el miedo se puede provocar artificiosamente para ofrecerse como salvador o para inducir el letargo en una sociedad de manera que sea más fácilmente gobernable. Pero hay un miedo que puede ser fuente de lucidez y liberación. La oportuna dramatización de los riesgos es un antídoto contra ese presente obtuso que no sabe más que tirar para adelante”.

Miedo a la libertad.  Cuando hoy nos referimos a la incertidumbre, a la sociedad del riesgo, quizá estamos hablando del mismo miedo, el que hace que las personas busquen el amparo de un colectivo, unas identidades que les aseguren un futuro si no mejor, por lo menos no peor que el presente”.

Miedo al futuro. Edurne Portela opina también que hay miedo al futuro. “Como vemos últimamente, nuestras decisiones políticas en Occidente están guiadas por el miedo y la ignorancia.  Y el miedo más peligroso, “Miedo a conocerse a sí mismo”.

Recordemos que al miedo lo vence el amor.

 

Gracias.

 

avalerdir@hotmail.com

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