¿Aciertos o desaciertos en política, y de cómo no llamar la atención de tu voto duro?
Por Angulo Torres Melchisedech.
Hay ideas emocionantes que debemos hacer a un lado por nuestras responsabilidades; a veces no son prioridad cuestiones comunes, la mayoría de veces preferimos atender proyectos personales, y tanto una perspectiva como otra son válidas, pero ahí es precisamente donde se comprueba que la toma de decisiones políticas no es poca cosa.
Afortunadamente cualquier administración sólo está de paso, y tal vez la noción de “democracia de fachada” ha dado una impresión cuando lo que se debería de cambiar (o al menos ajustar) sería el sistema político, en su conjunto, comenzando por el sistema de partidos, más allá de que sea un debate de los ochentas, pasando por el sistema electoral, hasta llegar al sistema de gobierno.
En un inicio, la construcción de una ciudad, fue para la protección de sus integrantes, y ello implicaba una directa participación de los ciudadanos en las cuestiones públicas, en realidad este hecho representaba todo un honor, que ni siquiera tenía que ser remunerado en términos económicos. Hoy no tenemos la certeza de dónde quedan nuestros impuestos.
Antes de una política es necesaria la ética, la cual puede ser entendida como la acción de perseguir las propias convicciones; donde se registran los mayores niveles de participación es por que realmente se puede hablar de cierto “margen de maniobra”, pues toda lucha legítima busca la emancipación de los hombres y más que defender una especie, lo que se preserva es la vida.
Donde son exhibidos los mayores niveles de inconformidad no es en una forma de gobierno, sino en el propio sistema que en este caso (México), sigue intacto; se trata del sistema político: pues contamos con uno de los diseños constitucionales más avanzados del mundo y de igual manera en teoría nuestro sistema electoral es de lo más actual; el problema es cuando no se aplica nada de esto.
Lo que queda por advertirle a la democracia, al pueblo por venir es que el nerviosismo político se expresa de muchas formas. Algunos sólo no dejan de hablar y pareciera que sólo se alaban a sí mismos. Otros sólo ostentan sus comicios y posibilidades; y hay otros que pretendiendo cierto carisma lanzan monedas al aire, haciendo guiños, sonriendo, mirando amablemente a algún movimiento ajeno.
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